Melina Rosana Medrano

30 de junio era una fecha completamente insignificante para mí, un día más de los 365, un absoluto nada. Pasé 40 años de mi vida sin tenerlo en cuenta; no lo tuvieron en cuenta probablemente ni mis familiares y así sumergidos en números, cifras y nada, en el año 2025, entre los segundos que envuelven las 6.22 de la mañana, conocí algo que no me imaginaba, mi cuarto hijo. Una bolita de amor llena de pelo y con unos enormes ojos negros y curiosos llegó a mis brazos, a mis pechos, a mi vida y a mi alma para siempre.

Estaba violeta y con los cachetotes casi negros; todo indicaba que algo no estaba bien, pero ella, sus ojos, me decían en cada succión profunda a mi pecho que lo había luchado todo y que venía superguerrera a este mundo a darlo todo.

Tan pequeña y tan fuerte, desde la panza lo lucho para conocernos; no fue nada fácil y seguramente no lo será, pero ella, ella viene a darnos vida, tanto amor y fuerza que sin dudas es la ficha perfecta que nos faltaba como familia, para al fin estar completos.

Hoy el 30 de junio tiene un nuevo significado, tiene el brillo del arcoíris y el sabor que se siente en la garganta, eso que no se explica, que nace en el pecho y explota en todos los sentidos cuando amamos con tanta fuerza a nuestros hijos.

Gracias Zoe Alma, por ser parte fundamental de esta familia. Te Amamos!

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